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ES MUY MALO CONSENTIR A LOS NIÑOS EN EXCESO

Para Álava Reyes, esta forma de pensar conduce a malcriar a los niños haciendo de ellos personas incapaces de experimentar satisfacción o gratitud, pero sí expertos en generar exigencias desmedidas y una búsqueda implacable de placer.
Muchos padres caen en el error de pensar que darle gusto a sus hijos en todo es sinónimo de amor incondicional. Según el psicólogo infantil Sergi Banús, ceder indiscriminadamente ante las demandas de los niños es omitir una etapa de aprendizaje general muy importante: el manejo de la frustración.
Cuando los adultos constatamos que un deseo o necesidad se ha vuelto imposible de satisfacer, experimentamos tristeza, ira o decepción que, en un escenario de inteligencia emocional óptima, sabemos manejar y enfocar constructivamente hacia otras posibilidades
En los niños, la frustración se manifiesta de forma primitiva en la primera infancia (0-8 años) a través de la ira; no obstante, si apartamos a nuestros hijos del mundo real acostumbrándolos a recibir placer y satisfacción en todo momento, los educamos para ser propensos a una respuesta agresiva más violenta en la vida adulta cuando sientan que sus demandas no están siendo atendidas.
Los preparamos para un mundo ficticio, y el mundo real lo lastimará.
“Su grado de frustración será tan grande que llegará a ser agresivo porque no ha aprendido a manejar sus frustraciones ni sus emociones, y no conoce otra forma de lograr sus objetivos. Por ello, estamos contribuyendo a que nuestros hijos sean adolescentes deprimidos”, explica Banús.
Consentir en exceso a nuestros hijos los hiere a ellos y a los demás
Las consecuencias de mimar demasiado a los niños no solo crean barreras para su crecimiento personal, afectan a largo plazo a quienes los rodean: familia, amigos y futuras parejas.
Los niños que no aprenden a lidiar adecuadamente con la frustración desarrollan una baja tolerancia a ella (BTF), también conocida como “no soportitis”, y una falta de empatía que frena su integración social.
La experta en educación infantil Rosa Barocio comenta que los niños consentidos o mimados son el resultado de “padres permisivos” que no cuentan con una estructura de crianza clara y corren a satisfacer cualquier capricho o demanda.
Bajo estas condiciones, los niños crecen siendo incapaces de ponerse en el lugar de los demás o considerar sus sentimientos, ya que su experiencia vital es egocéntrica y basada en el placer individua
Casi el 40% de las personas sufre las consecuencias del apego inseguro: ansiedad o incertidumbre

Los neuroduendes, MurbeM, el desván de los recuerdos, la emocicleta o el camaleón, la musaraña y el delfín que componen la tripulación cerebral son algunos de los personajes que pueblan los Cuentos para el desarrollo emocional (editorial Sentir). Un libro de historias concebido con la idea de ayudar a los mayores a desarrollar un apego seguro tanto para ellos como para sus hijos; 12 cuentos originales con los que aprender a entender y gestionar correctamente las emociones. De todo ello hablamos con Rafael Guerrero, licenciado en Psicología Clínica y de la Salud y coautor del libro.
Pregunta: ¿Por qué escribir un libro sobre desarrollo emocional?
La idea de que el apego solo afecta a bebés y niños es un mito, ya que empieza al nacer y dura toda la vida. Esto sucede porque los recién nacidos y los niños necesitan a otros para sobrevivir, mientras que los adultos, aunque nos seguimos vinculando, tenemos más recursos y habilidades para enfrentarnos a las situaciones del día a día. El neonato no es consciente de ello, pero sabe que su supervivencia depende de un tercero; los niños son dependientes por naturaleza, y nosotros tendemos a la independencia.
Por otra parte, creemos que hacer un libro de cuentos es una manera de sensibilizar a la gente, con un lenguaje sencillo y claro, pero a la vez científico, de la importancia que tienen los vínculos de apego. En nuestra consulta nos dedicamos a reparar vínculos de apego con pacientes de todas las edades. [En el libro] damos claves para vincularnos de manera segura con nuestros hijos (o con los demás, que al final es lo mismo).
Y por qué cuentos?
R: De siempre, el ser humano ha necesitado contar y escuchar historias, porque el cuento conlleva una narrativa, una historia que pone orden y coherencia en algo que es caótico. Y el hecho de que incluyamos emociones, afectos y sentimientos en los cuentos hace que estos perduren más en el tiempo.
Además, hablar de nosotros no siempre es sencillo. Cuando una persona tiene que hablar de sus traumas, le resulta muy difícil. Por eso, el hecho de que podamos contar la historia de un tercero al que le ha pasado algo similar lo hace más fácil; ayuda a que se pueda sentir identificada con el personaje y que, por ejemplo, vea que no es la única que ha sufrido un abuso sexual. Estos cuentos también sirven para situaciones de abuso y maltrato. ¿Sabías que un 20 % de los niños en España es víctima de situaciones de maltrato?
P: ¿Qué pretenden fomentar los doce cuentos del libro?
R: Hablan de desarrollo emocional. La idea es empoderar al niño, pero también al adolescente y al adulto. Son historias enfocadas hacia los adultos, para que puedan entender de una manera más descriptiva lo que ese capítulo ha explicado de forma teórica, y fomentan el vínculo y la seguridad. El objetivo es hacer que la gente entienda que los niños son dependientes y que necesitan que nos vinculemos con ellos para darles contextos de seguridad y protección.
Otro aspecto igualmente necesario es el de no sobreprotegerles. Hay que optar por un punto intermedio: en algunos momentos se deberá fomentar la autonomía (según corresponda a la edad del niño, de una manera adecuada) y, en otros, la protección, la vinculación y el cariño. Es importante que sepan que confiamos en ellos y que sabemos que el error es parte del proceso... Todo esto ayuda a que entendamos la importancia del vínculo seguro y de una correcta regulación de las emociones.
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